La Iglesia celebra el 1 de noviembre la Fiesta de Todos los Santos.
El capítulo V de la Lumen Gentium, del Concilio Vaticano II, lleva por título: La vocación universal a la santidad en la Iglesia.
¡Nosotros también podemos ser SANTOS!
¡También estamos llamados a ser SANTO!
No, por nuestras fuerzas humanas, si no como respuesta a lo que estamos recibiendo continuamente de Dios.
Aquí radica la novedad del santo:
¡Es consciente que recibe todo de Dios!. Por eso vive agradecido , porque aunque siente que no merece todo lo que recibe, experimenta la alegría del hijo al que el Padre le entrega todo.
Como señaló el Papa Francisco en la Audiencia General del 13 de abril de 20211: «la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya».
Celebrar la Fiesta de Todos los Santos es alegrarse de que Dios haya llevado hasta la plenitud a una ingente cantidad de hombres y mujeres, anónimos en la mayoría de los casos, que han respondido con gratitud a todos los dones recibidos y han devuelto con generosidad parte de lo que han recibido.
