Es Pentecostés y se renueva en nosotros la venida del Espíritu Santo.
Dios, nos envió su Espíritu para iluminarnos en la oscuridad, para reconfortarnos en el cansancio, y para que sintamos en nuestro día a día la paz que sólo Jesús nos puede dar.
En el Domingo de Pentecostés la Iglesia , a través de su liturgia, nos recuerda que el Espíritu Santo sigue actuando y hace que la Iglesia avance y crezca.
En este Domingo en el que celebramos la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia, le pedimos a Dios que:
«no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste a comienzos de la predicación evangélica» (Oración colecta de la misa del Domingo de Pentecostés).
Porque con fe proclamamos que:
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia;
El Espíritu Santo infunde en el conocimiento de Dios a todos los pueblos;
El Espíritu Santo congrega en la confesión de una misma fe a todos los que el pecado ha dividido.
Él se hace presente cada día en nuestros colegios, para que nuestra misión evangelizadora continúe, tal y como lo hizo en María Ana, para así podamos conocer más el amor de Dios.