El 1 de noviembre la Iglesia celebra el Día de Todos los Santos.
Una celebración en la que nos acordamos de todas aquellas personas que, siguiendo el estilo de vida de Jesús, fueron testigos de su Buena Noticia y la llevaron a sus hermanos. Es un momento de alegría y agradecimiento por todos ellos.
Esa santidad no está reducida a unos pocos, todos podemos ser santos, tal y como nos recuerda el Papa Francisco en su exhortación apostólica “Gaudete et Exultate”: para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales. Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Ga 5,22-23).
En nuestro día a día, en nuestras casas, en nuestro colegio, estamos llamados a vivir de acuerdo al Evangelio. Como alumnos, docentes, padres y madres, religiosas, etc… de la Fundación Educativa Franciscanas Ana Mogas podemos realizar pequeños actos que nos lleven a amar al prójimo como Dios lo hace con nosotros ¿Cómo? Escuchando al amigo, visitando al enfermo, protegiendo la naturaleza, colaborando en campañas solidarias… Todos aquellos pequeños actos que nos lleven a acercarnos más a Dios.
Todos podemos ser santos ¿Te animas?